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¡HÁGASE LA LUZ!

Ensayo: A propósito de la fotografía

Antes de comenzar, me gustaría realizar una serie de aclaraciones previas. Estás ante un breve ensayo literario acerca de la fotografía. No estamos ante un ensayo fotográfico. Bien aclarado este punto, voy a sobrevolar alrededor del entendimiento de la luz y de la herramienta principal para realizar fotos: nuestra cámara-ojo.

Y como estamos en el principio de una disertación tomaré el Libro del Génesis (1:1-3) para echar a andar: <<En el principio, Dios creó el cielo y la tierra. Pero la tierra estaba desierta e informe; y tinieblas, sobre la faz del abismo... Y dijo Dios: "Hágase la luz". >>

A partir de aquí, humildemente, intentaré dar luz en la oscuridad. Veamos.

Normalmente decimos que algo "sale a la luz" o que "se saca a la luz" cuando se hace explícito, cuando nos damos cuenta de lo que realmente sucedió. En su Libro VII de "La República" Platón saca a la luz un diamante en bruto, la Alegoría de la Caverna:

"Imagina una especie de cavernosa vivienda subterránea provista de una larga entrada, abierta a la luz, que se extiende a lo ancho de toda la caverna y unos hombres que están en ella desde niños, atados por las piernas y el cuello de modo que tengan que estarse quietos y mirar únicamente hacia adelante, pues las ligaduras les impiden volver la cabeza; detrás de ellos, la luz de un fuego que arde algo lejos y en plano superior, y entre el fuego y los encadenados, un camino situado en alto; y a lo largo del camino suponte que ha sido construido un tabiquillo parecido a las mamparas que se alzan entre los titiriteros y el público, por encima de las cuales exhiben aquellos sus maravillas".


ESTADIO I

La percepción dentro de la caverna

Para hacer fotografía necesitamos una cámara. Para entender el funcionamiento de una cámara necesitamos comprender el proceso físico de la entrada de luz a una caja oscura. La cámara no es más que eso, una caja oscura cegada a la que le entra luz por una rendija. De ahí su origen como cámara oscura.

Y en esencia, este proceso coincide de lleno con la percepción de la realidad dentro de la caverna de Platón. Allí, con nuestra interpretación (torpe y subjetiva) las sombras de las formas pueden ser: las fotografías imaginadas antes de llegar a ser; nuestras visiones previas al disparo; nuestras obras finales; o incluso nuestras fotografías no presentes pero guardadas en la memoria.

Este estadio tan elemental es fundamental. Si pretendemos realizar fotografías debemos entender nuestra cámara (sea cual sea). Comprender el proceso de entrada de la luz en ella es un prerrequisito ineludible. Solo desprendiéndonos de la consulta de manuales o tutoriales, sólo con un manejo constante a base de ensayo error, sólo convirtiéndonos en expertos de su uso tecnológico... podremos conseguir que la cámara sea una proyección de nosotros mismos.

Entonces estaremos preparados para plantearnos el salto al siguiente estadio.


ESTADIO II

La huida de la caverna

Como decíamos, sabiendo manejar con pericia una cámara estaremos dispuestos a liberar al prisionero que narrativa y lumínicamente llevamos dentro. Es entonces cuando nos centraremos en un objetivo fotográfico y no en seguir trasteando una máquina que no comprendíamos y que hasta entonces nos resultaba un estorbo debido a nuestra torpeza original.

Es el momento de contemplar el fuego de la caverna. Los prisioneros de la Alegoría de Platón piensan que es la única luz existente. Nada más lejos de la realidad. Existen otras posibilidades lumínicas, tantas como infinitas.

Ahora, debemos contemplar la llama del fuego como hambre. Como hambre insaciable por ofrecer ingeniosas visiones vehiculares para nuestros particulares foto mensajes. Solo desatados y libres podremos encontrar respuestas que nos permitan expresarnos con sinceridad.

Metafóricamente, y volviendo a la Caverna de Platón, el símil es bien claro, concretamente estamos instalados en el momento en el que el prisionero se despoja de sus ataduras y se asoma al encuentro de nuevos halos de luz que poderosamente le llaman la atención por curiosidad y por ganas de descubrimiento.

Y es entonces cuando se produce la primera salida fotográfica. O si avivamos bien la llama podremos ver cada salida fotográfica tan apasionante como la primera.


ESTADIO III

La percepción fuera de la caverna

Ahora andamos inmersos de lleno en la salida de nuestra particular caverna. Estamos en medio de la  senda hacia la naturaleza real, allí donde la luz ya no sólo es artificiosa quemando leña sino que también es inmensa mediante: la mayor o menor presencia de rayos ultravioletas; la mayor o menor incidencia del reflejo del sol sobre la luna; o la mayor o menor intensidad de otras luces artificiales que apliquemos.

Entonces, se nos abren de par en par las puertas de la búsqueda a la hora de fijar el equilibrio entre la balanza que porta tiempos y luz.

Y no solo de la luz y tiempos. También, fuera de la caverna, empezaremos a fijar otros elementos como por ejemplo: el cacho de realidad que necesitamos para expresarnos; la distancia desde donde disparamos; y el ángulo ocular con el que miramos. 

Es decir, empezaremos a fijar encuadres. Y así con el resto de elementos que intervengan en el disparo de una fotografía. Desde lo más básico a lo más complejo, iremos fijando y fijando y fijando y fijando elementos... hasta encuadrar no sólo encuadres, sino también nuestro propio estilo fotográfico. Estilo fotográfico que deberá ser único a través de los infinitos campos por explorar que existen fuera de la caverna, con infinitas disciplinas fotográficas inventadas o aún por idear y que esperan ansiosas nuestro particular toque de contemporaneidad.


ESTADIO IV

La vuelta (o no) a la caverna

Y finalmente, por medio de todo este recorrido, realizándolo de manera natural y dándole tiempo al tiempo para disfrutar del proceso creativo, llegará el momento para tomar la decisión clave.

¿Qué tipo de fotógrafo queremos ser?

Un alma encadenada o un alma libre.

Este juicio nunca deberá tomarse a la ligera, sino más bien como "El Pensador" de Rodin. Si queremos que nuestra fotografía sea una más, tan sólo necesitaremos volver a la caverna, encadenarnos y convertirnos nuevamente en rebaño; acabaremos siendo más consumidores que creadores.


EN CONCLUSIÓN

Pero también existe otro camino, el de la huída libre hacia nuestra propia naturaleza, el del recorrido de una senda que nos dirige hacia el tipo de luz que más nos gusta, con el propósito de usarla a nuestro antojo (ya sea de la forma más simple o con una y mil técnicas combinadas).

De esta forma tendremos muchas posibilidades de ser dueños de nuestro destino fotográfico.

Como conclusión, podemos interpolar los elementos de la Alegoría de la Caverna de Platón con los elementos del proceso fotográfico, podemos ser libres o prisioneros...

Y la fotografía puede tener la llave de todo. Que cada cual relacione, entienda y haga en consideración.

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